Nada más comenzar su su primer viaje a África, en el vuelo hacia Camerún, Benedicto XVI aseguró ante un centenar de periodistas lo siguiente:
"Pienso que la realidad más eficiente, más presente en el frente de la lucha contra el SIDA , es precisamente la Iglesia Católica, son sus movimientos y diversas realidades. Pienso en la Comunidad de San Egidio que hace tanto, que se ve y que no se ve, en la lucha contra el SIDA, pienso en los Camilos, en todas las monjas que está a disposición de los enfermos… Yo diría que no se puede superar este problema del SIDA sólo con eslóganes publicitarios. Si no está el alma, si los africanos no se ayudan, no se puede resolver el problema con la distribución de preservativos: al contrario, el riesgo es que el problema aumente.
La solución puede encontrarse sólo en un doble empeño: el primero una humanización de la sexualidad, esto es una renovación espiritual y humana que lleve a un nuevo modo de comportarse unos con otros, y segundo, una verdadera amistad sobre todo para las personas que sufren, la disponibilidad, también con sacrificios y con renuncias personales, a estar con los que sufren.
"Pienso que la realidad más eficiente, más presente en el frente de la lucha contra el SIDA , es precisamente la Iglesia Católica, son sus movimientos y diversas realidades. Pienso en la Comunidad de San Egidio que hace tanto, que se ve y que no se ve, en la lucha contra el SIDA, pienso en los Camilos, en todas las monjas que está a disposición de los enfermos… Yo diría que no se puede superar este problema del SIDA sólo con eslóganes publicitarios. Si no está el alma, si los africanos no se ayudan, no se puede resolver el problema con la distribución de preservativos: al contrario, el riesgo es que el problema aumente.
La solución puede encontrarse sólo en un doble empeño: el primero una humanización de la sexualidad, esto es una renovación espiritual y humana que lleve a un nuevo modo de comportarse unos con otros, y segundo, una verdadera amistad sobre todo para las personas que sufren, la disponibilidad, también con sacrificios y con renuncias personales, a estar con los que sufren.
Estos son los factores que ayudan y que traen progresos visibles. Por esto diría que esta doble fuerza de renovar al hombre interiormente, de dar fuerza interior y humana para un comportamiento justo en relación con el propio cuerpo y el del otro, y esta capacidad de sufrir con los que sufren, de permanecer presentes en las situaciones de prueba. Me parece que esta es la respuesta justa, y es lo que hace la Iglesia, ofreciendo así una contribución grandísima e importante. Damos gracias a todos aquellos que lo hacen".
En conclusión:
Lo que ha dicho el Papa es tan de sentido común que sólo desde la mala fe se puede malinterpretar. Por desgracia, ese ha sido el caso; una vez más.